viernes, 29 de junio de 2012

Feliz Cumpleaños, Rosaro!


Oiga, hoy cumpleaños Rosaro —Rosarito— ahora sí como dicen los chilangos, que es uno de nuestros municipios más jóvenes de nuestro estado. La alcaldesa en funciones Herlinda Pimentel encabezó un evento hoy —junio 29— con este motivo, del 17 aniversario de la municipalización de Rosarito.

Casí no hubo gente... Algo nos falta, quizás un poco de chispa —ambiente— o algo... 17 añotes de nuestro municipio, nací en Rosarito, tengo 16 años; casi somos de la misma edad.

Se luchó mucho para que Rosarito pasará a ser el quinto municipio, me dicen que 13 años para que dejara ser parte de Tijuana. A como va, Rosarito pinta a que va ser uno de los municipios más perrones de Baja California, a la par que Tijuana y Mexicali.

Para que publique algo, Rosarito unido jamas será vencido.

Atte,

—José Luis Monte de Oca—

Así es, José Luis, te dicen bien, 13 años para que Rosarito dejara ser parte de Tijuana. Enhorabuena. Felicidades a Rosarito y a su gente.

miércoles, 6 de junio de 2012

DROGADICTOS VS NIÑOS


"Sus papás consumían drogas, cristal para ser precisos, la bebé tan solo tenía un poco menos de dos años. Sus papás tenían fiesta y tenían al hermano —cuñado— de visita, en el estupor del cristal, él oye a la niña llorar, la viola y la mata..."

"El tenía cinco años, su mamá y padrastro entran en pleito, el papá lo rapta y se lo lleva, y a la "motivación" de alguna droga, lo mata..."

"Jugaba felizmente con sus amiguitos, cuando una bala perdida, de unos "menudistas" le pega matandolo con sus, tan solo diez años..."

Cada vez son más, —y más seguidos los incidentes— de menores de edad que mueren en manos de papás drogadictos, —o balas perdidas— matandolos de varias formas —cruelmente— de formas feas...

¿Cómo fue tu infancia?

Muchos consideran que la infancia es la etapa mejor y más bonita de la vida; por eso no entiendo el por qué esas personas que se atan a las drogas, estos recuerdos no les dicen nada, seguramente también tendrán —por mas mala que haya sido su primera etapa de la vida— muy buenos recuerdos y si no, nada les da permiso ni autorización de echar a perder o en el peor de los casos, acabar con la vida de un niño.

Si estás en las drogas y de casualidad me lees, hazle el mejor regalo que le pudieras hacer a tu hijo, —tus hijos—: Atiéndete. Aléjate de ellos y si no puedes, pide ayuda.

Pero según las estadísticas de mi blog, la mayoría de mis lectores son estudiantes de secundaria o preparatoria; siento mucho, sinceramente, lo que esta pasando, y me interesa —como a ti— vivir en un mundo mejor, en un país mejor, bajo un futuro que realmente te mereces, si a ti también te interesa, no le entres a las drogas. Tú que todavía eres un niño, se el futuro feliz de otros niños.



Línea de crisis del DIF: 075

Funciona las 24 horas, los 365 días del año y tiene como objetivo atender a los diferentes sectores de la población —incluyendo la infantil— en cualquier situación de crisis.

viernes, 1 de junio de 2012

El Pobre y su Casita en el Arbol


"El día que el pueblo se ocupe de su gente, vivirá entonces en el primer mundo."

No tenía casa propia, tampoco tenía gente que lo entendiera; que lo ayudara, era muy pobre; para vivir se hizo un ladrón y buscó la falsa salida de las drogas; para todos, tan solo un loco más —y un drogadicto—, y como tampoco tenía un techo donde dormir, decidió hacer una casita en un árbol...

Se llama, José, había llegado aquí arriesgando su vida, en el horrible tren de la muerte, "la vestía", al llegar a Juarez escuchó que por Tijuana sería mucho más fácil; y así, entre transporte y transporte , con la ayuda de otras personas logró llegar a Tijuana, para luego —ingeniárselas— para cruzar a San Diego.

El decía que era mexicano, para abrirse puertas entre los mexicanos que ya vivían en San Diego. Aunque su acento fuera otro y su tono tan distinto.

Trabajó felizmente en un centro comercial, en "Mission algo", y logró rentar en compañía de otros, un modesto apartamento. Modesto, pero muy cómodo, tres dormían en la sala y otros tres en la recámara, cómodo porque tenía baño.

Todo parecía de color de rosa.

Y sin embargo, un día de primavera; pero frio como de invierno, los reportaron, y aquel grupo de amigos que hacían "vaca"; de aquel pequeño apartamento fueron regresados a Tijuana, injustamente para José, porque el necesitaba ir a Managua.

José era estudiado, muy limpio y ahorrativo; quería llevarle algo a su familia que no olvidaba; pero todo ese dinero se perdió cuando los desalojaron de aquel apartamento, que parecía tan cómodo, junto con todo aquello que una vez compró, sus tenis de marca, su chamara de gamusa, y sus tres livy's.

Y otra vez a batallar, en un mundo tan rudo y tan difícil.

Encontró un lugar en la casa del pobre; pero allí solo pudo estar tres días. Los días suficientes para encontrar trabajo; reglamento de esa villa.

Ningún problema, al tercer día a temprana hora lo encontró, un trabajo no tan bien pagado como el que tenía en San Diego; portero de un bar se convertía en su nuevo oficio. "Pásele joven, aquí esta lo que busca." Decía José a los transeúntes.

José era cristiano, no tomaba ni fumaba, y seguía con la gran esperanza un día de volver a casa, con un poco más de lo que aquí llegó. ¿Pero, porqué la gente puede ser tan mala? Al buen José un mal amigo le regaló una soda... Una soda contaminada con no sé que sustancia; con la cual el buen José perdió el estribo y un millón de neuronas.

José, quería hacer algo, y ya no podía; sentía que a su mente algo ahora le faltaba, ya no encontraba, ya no entendía, parecía esclavo ahora del mal amigo. Perdió su trabajo, y su cuarto en la "Primera" y méndigo de peso en peso, ahora se hizo.

Ahora cree José que la respuesta esta en las drogas.

Y de aquel muchacho estudiado, limpio y distinguido, solo quedo el recuerdo, porque José se convirtió en un tipo, sucio, sin la capacidad de pensar, que inspira ahora ambas cosas: tristeza y desconfianza.

Ahora José vive de lo que mendiga y de lo que roba. Y como se cansó de dormir en la calle, se las ingenió para hace un cuartito en la copa frondosa de un árbol.

Me gustaría ayudar a José, ¿pero como ayudas a un farmodependiente?

Y así como José, ¿cuantas personas, deambulan como fantasmas por las calles de nuestra querida Tijuana? Cada vez son más, cada una con un apodo, pero realmente con su nombre y su apellido, cada una; una historia, un porqué, y lo más triste; sin quien los ayude y cada vez más jóvenes.

No me queda que terminar como empecé, el día que el pueblo se ocupe de su gente, vivirá entonces en el primer mundo; pero por lo pronto, —por favor— dile no a las drogas.

La Enlutada de Puerta Blanca


—Más de la novia del bulevar—

Que bonita ha de haber sido, y que apasionado su gran amor, que su leyenda, como su ilusión sigue, y sigue siendo narrada de tantas formas...

Hoy en día, de una forma u otra, entre la gente sencilla; como de la nobleza, se cree que las ánimas inquietas; son almas que no se han ido al descanso eterno, porque dejaron algo sin terminar —en este mundo— quizás una promesa no cumplida o algún trabajo no terminado; de ahí surge su inquietud en la tumba y su clamor e insistencia a los vivos. Esas animas necesitan decirle adiós a alguien, pagar una deuda, revelar un secreto; quizás, hacer algún reclamo, o delatar alguna injusticia. La muerte siempre nos sorprende, dejándonos con algun asunto pendiente.

Hay tantas personas que juran haber visto o experimentado estas visitaciones, las cuales para ellos han sido realmente verdaderas, explicitas, y en algunos casos, también muy frecuentes. Aquí en Tijuana existen ese tipo de historias de animas inquietas. Animas que —quizás— tengan algo todavía por resolver en este mundo. Una de esas historias es la de La Enlutada, la dama en duelo —en luto— que sin tregua, busca a su amor prohibido, ¿o será acaso venganza por lo sucedido que la llevaron a su prematura muerte?

Ella era la bella hija de un comerciante bien conocido llamado Zarco, y que allá por el año de 1930, esta hermosa pequeña dama —para su padre toda una infanta—; conoció y quería casarse con un joven varón, humilde; pero muy honrado, el amor de su vida. Pero su padre celoso, rechazó siempre su noviazgo, e incluso la recluyó y prohibió su romance. Ella triste y angustiada, perdió las ganas de vivir y se resignó a morir.

Ya en última instancia y en un estado de agonía, el padre accedió y permitió su matrimonio; pero para entonces, desafortunadamente, ya era demasiado tarde y ella murió.

La gente mayor recuerda su procesión fúnebre, cuando la transportaron en un elegante coche, procesión muy exquisita. Las mujeres llevaban rosas, y lucían vestidos de bonitos colores floreados; y al frente iba una jovencita vestida como un ángel. Mientras los caballeros —de negro— llevaban un clavel blanco en la solapa.

«Sepultaron a la bella, pequeña dama en el panteón numero uno, Puerta Blanca; el mismo cementerio donde años después, también enterraron a Juan Soldado, muy cerquita de ella».

Veinte años pasaron sin saber más de la infanta de Zarco; pero en 1951, de repente hizo su aparición. Se le apareció a un taxista, el cual al pasar por las afueras del panteón en la noche, paró para ofrecerle su servicio. Ella le habló, diciéndole a que domicilio la condujera. Al llegar al domicilio, ella le informó al joven conductor que no tenía efectivo con que pagarle; pero le entregó un anillo, diciéndole que si regresaba al día siguiente, su padre recogería el anillo y le pagaría lo debido.

Al día siguiente el joven conductor hizo lo acordado, llegó al mismo domicilio y preguntó por la pequeña dama. El padre quien había atendido al llamado a la puerta, se enojó con el taxista, pensando de que era una broma de muy mal gusto. Sucedió que el joven dio al padre el anillo, y el padre al ver esto se asombró y pidió más información acerca de como había conseguido ese anillo, el cual le pertenencia a su hija fallecida ya, desde hace mucho tiempo.

El joven le contó lo ocurrido la noche anterior, de como había levantado a la pequeña dama en las inmediaciones del panteón; y ella le había garantizado su pago de pasaje por el padre, a cambio de devolver el anillo. El padre aterrado le pidió que le describiera como era, y el joven conductor la describió a santo y seña, que para sorpresa de ambos, era igual; como aparecía en las fotos que el padre mismo le mostró.

Dicen que la pequeña dama en luto y triste; pero como toda una infanta —una princesa— se sigue apareciendo aun hoy en día en las calles y avenidas de Tijuana.

Poco después de la aparición al joven taxista, se le apreció a una persona que caminaba por la calle junto al panteón; y después, a otras más. ¿Qué les dijo? —o— ¿qué es lo qué busca? ¿quién sabe? No hay mención especifica —en nigún archivo— de parte de todas esas personas que dicen haberla visto; pero quizás, no necesitemos saber más, pero que murió triste y sin cumplir su sueño de bodas; cuyo padre tanto se opuso, matando su lindo corazón, y terminando así, con la joven vida de su infanta.

Después de haber ocurrido estas apariciones —legó la gente de entonces— el padre, con gran remordimiento y lleno de tristeza, murió la mañana de Navidad de aquel año; y sus restos, junto a los de su infanta, yacen en el nicho familiar en Puerta Blanca.

—Con colaboración de Lonewolf, San Diego, CA—

Jessy y su Hospital de Perros


"Que bonito perrito, parece que no tiene dueño, y tiene mucha hambre, me lo voy a llevar a mi casa," decía Jessy, en ingles, entre preocupación y alegría... Es que sentía que era su vocación darle casa a todos los perros y a todos los gatos que la gente abandona por estas playas... A cada uno, a todos los que en su camino se encontraba, —pronto te conseguiré una casa, "little one", le decía a un perro o a un gato perdido y hambriento.

Jessy que era nativa de Inglaterra, vivía en New York, Estados Unidos; pero al fallecer su madre optó por iniciar una nueva vida en Rosarito, Baja California y al conocer Alisitos, hizo en Alisitos un santuario y hospital de perros; su propia casa.

Poca gente la conocía por su verdadero nombre; al referirse a ella simplemente le decían, "la señora de los perros".

Una mañana, recientemente, del pasado invierno, no despertó; y como era de poco salir de su "hospital" no fue hasta que con los aullidos y lamentos de sus mascotas que los vecinos se dieron cuenta que algo estaba mal.

Parece ser que por un fallo respiratorio causado por el asma perdió la vida Jessy... Llegaron los paramedicos; pero ya era demasiado tarde. Acompañada solamente por sus mascotas murió Jessy.

El hospital ahora está cerrado; pero no esta triste y solo. Allí están; allí la esperan —sus animalitos— a que regrese, o al menos, a que alguien venga como Jessy.

En paz descanse.

Cabeza de Indio del Curio Shop de Rosarito



Hola.

Me da gusto ver que en su diario tenga un espacio para temas tan específicos como son los sueños, que de una forma u otra, lo entendamos o no, son señales.

Y es lo que en este e-mail, quiero tratar:

Soñé en alguna ocasión que caminaba por una calle, como las que hay en las ciudades y los pueblos fronterizos en México, y que mientras veía las tiendas de curiosidades, observé una imagen, una artesanía —busto— de un indio; para ser más precisa un «indian head» la cabeza de un indio.

Por lo regular nunca hago recuerdo de los sueños, siempre los olvido, y no fue hasta que fui a Rosarito, México que me fui a pasar el «spring break» que estaba paseándome a pie por su avenida, viendo y admirando sus tiendas de curiosidades.

Y fue allí en una de sus tiendas, que lo vi —esa cabeza de indio— para mi, primero fue como un «Déjà vu», la sensación de que ya había estado allí, la senación de haber estado en un lugar que en realidad no había estado; pues era la primera vez que iba a Rosarito. Pero en pocos instantes lo recordé.

Me quede atonita, y lo primero que pensé fue en entrar al «curio shop» para preguntar su precio, de esa artesania; —y fue lo que hize— y al entrar cual sería mi sorpesa que allí estaba un familiar que tenía años que no veía, que el tiempo y los problemas había separado.

Y para no hacer una historia larga, más larga, para mi fue muy importante este re-encuentro con este familiar. Algo que no hubiera sido por ese misterioso sueño.


—June Carter, Los Angeles, California—