La Palapa de José es un restaurant-bar que se encuentra en Alisitos; es un restaurancito muy pintoresco, algunas veces, su música o su "karoke", llega con el viento al otro extremo de la villa; se quejan los otros colonos y hasta los ejidatarios, pero los turistas bien que lo disfrutan. Soy vecino próximo a ese restaurante.
Su propietario es mi amigo, y los días de poca actividad —no muy seguido— entro al restaurante para saludarlo. Uno día de esos, cuando los empleados se preparaban para cerrar; vi que entre sus mesas, entre sus adornos, más allá de la pecera; miré que venía hacia mi una americana —con una mirada fija pero intensa, pálida, y vestía una blusa blanca; muy escotada, y además, portaba unos "shorts" blancos—; parpadeé y, después, ya no la vi...
Voltié para todos lados, y ¿la americana? ¿cómo es posible que de mi vista se me haya desaparecido, así nada más? me decía preocupado a mis adentros.
Me salí afuera del restaurante para prender un cigarrillo, mientras, Hector, mi amigo salía de su oficina, y le dije: "Hector, acabo de ver una mujer, que venía del otro extremo del restaurante, y de pronto se me desapareció".
—¿Una americana?
—Sí, una americana, ¿dónde está? la vi y después ya no la vi, ¿me estará fallando la vista? ¿o, me estaré volviendo loco?
—No, don Francisco, no se está volviendo loco, ni le está fallando la vista; yo no la he visto... pero desde que soy el nuevo propietario de la Palapa, como usted, otras personas; que han trabajado aquí, me han platicado que la han visto; y, me la han descrito, la americana que se aparece en la Palapa de José.
Se me fue la sangre a los pies, pues cuando escuchaba hablar a Hector; en las rocas de la pendiente que dan vista al mar, ahí estaba la americana viendo hacia la playa, como buscando a alguien, a alguien en la playa... Y exactamente cuando Hector, me indicaba: "dicen que la americana luego sale de la Palapa, y se va a sentar a esa roca"... al señalarme Hector la roca exacta donde estaba, otra vez; en un abrir y cerrar de ojos, la americana ya no estaba... Ya no le quise decir nada a mi amigo, y concernado me fui para mi casa.
Siendo por lo regular muy escéptico; y sobretodo, cuestionándome a mi mismo, me puse a investigar entre los vecinos.
Otros colonos hablan de una mujer —americana— que se ahogó al caerse de un barquito de vela —frente a la Palapa— que su cuerpo jamás fue recuperado, y que su esposo, apasionadamente la buscó hasta perder la salud mental, y después la vida... y, que... según la misma gente, ambos se manifiestan; él en la playa y ella en la Palapa para la pendiente, como si él la buscara en la playa, y ella lo buscara a él desde la pendiente.
Ojalá un día, puedan sus almas descansar en paz.
—Como me fue narrado por Francisco Beltran—
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