lunes, 1 de agosto de 2011

Campamento Fantasma de la Presa


¿Cómo se dan las premoniciones? ¿Cómo un simple presentimiento? ¿O algo así como un aviso? ¿Un aviso, que se materializa y se transforma humano; humano, en voz y figura de mujer? Cómo aquello que les pasó un día a un grupo de amigos en la presa Alvarado L Rodríguez...

Poco popular, y casi olvidada —la presa— recibe no muchos; pero si algunos turistas; sobretodo, de los que les gusta de la pesca; el senderismo o simplemente, para quien gusta de un rato de ocio y aventura entre la frescura de la presa y la montaña.

La carretera está en alto, así que de donde estaciones tu carro, tienes que bajar por un sendero para llegar a la orilla de la presa, nunca se me va olvidar ese día; que nos pusimos de acuerdo para ir a campar a la presa...

Era un día del mes de Agosto, 1985.

Nos equipamos, con lo usual para pasar todo un fin de semana en campamento; cañas, «sleeping bags», lámparas de mano y fijas, pilas, comida —para tres días—, y dos casitas de campaña. Éramos 16, jóvenes entre 18 y 25 años; lo cual una casita fue para los hombres y la otra, para las mujeres.


Llegamos un viernes en la noche —procedentes de Tijuana—. Lo típico, todo un «show», para armar el campamento; las dos casitas para campar; íbamos en tres carros y ni modo que alguien se quedada en el carro, así que nos acomodamos nueve hombres en una casita y en la otra para las 7 muchachas.

Algo un poco incomodo; pero al tratarse de divertirse, eso nunca importa.

Creo que esa noche tan solo dormimos tres horas. Así que el sábado se nos hizo largo, pero entre bromas, pesca y mucho relajo nos llegó otra vez la noche.

Y allí al calor y a la luz de una fogata, nos pusimos a platicar chistes, anécdotas y un montón de leyendas de aparecidos y otros espantos... Mientras allá a lo lejos, teníamos nuestra competencia, o mejor dicho, otro grupo de amigos con su fogata. La presa entonces no era tan popular para estas convivencias, por eso le decíamos: «la competencia».

El cansancio, la falta de costumbre —de estar al aire libre— y el desvelo del día anterior, nos llevó a dormirnos temprano; para nosotros temprano esos días lo considerábamos a las doce de la noche.

Y fue como a las dos de la mañana que una voz, nos despertó pidiendo ayuda:

—Por favor ayuden nos, tuvimos un horrible accidente; estamos a medio lado de la presa. Por favor!

A la voz de ayuda, todos nos pusimos de pie, y ella, esa muchacha que nos fue a despertar —con todo y a nuestra insistencia— no nos tuvo paciencia; para terminarnos de poner las botas y se fue corriendo a donde estaba «la competencia». Algo que nos mortifico; pues se podía prestar para una trampa y hacernos pasar una mala jugada; pero la muchacha se veía muy angustiada y nadie dudó que fuera otra cosa, a excepción de alguno de los muchachos.

Era mucho el misterio y mucha la inquietud... Yo quería que fuéramos solo unos cuantos; y que los otros se quedaran en el campamento; pero por lo mismo —esa inquietud tan grande— nadie optó por mi propuesta.

Y nos fuimos todos —los 16— a esas horas de la madrugada, a donde estaba la otra pandilla.

Y caminando nos fuimos con nuestras lámparas de mano, y a paso seguro, exactamente donde habíamos visto unas horas antes la otra fogata; para eso, ya ambas estaban apagadas, la nuestra y la de ellos.

Con todo y el temor de encontrarnos con alguna víbora u otro animal, caminamos por horas; caminamos, hasta que nos sorprendió la luz de la mañana... Y no encontramos nada, ni a nadie.

Extrañados, y al no ver nada a lo lejos, optamos por regresarnos.

Ya de regreso; con un montón de dudas y buscando ese otro campamento en nuestro camino, finalmente nos encontramos con lo que había sido una fogata, a lado de tres cruces — ¡de tres muertos!—.

Fue muy grande el suspenso de ese hallazgo; pero no tanto, como de lo que luego fuimos testigos; estábamos todavía lejos de nuestro campamento; pero a lo lejos vimos que un carro se salió de la carretera —volcándose— aproximadamente donde teníamos nuestras casitas de campaña.

Casi corriendo, hacia donde había sido nuestra fogata; vimos llegar a la policía y dos ambulancias...

Pero fue cuando llegamos que nos dimos cuenta que el accidente había ocurrido exactamente donde se encontraba nuestro campamento; si esa muchacha no nos hubiera despertado, o si alguien se hubiera ahí quedado, no quiero ni pensarlo... Gracias a Dios los hubiera no existen, y vivimos para contarlo.

Y gracias a Dios nos alejo de ahí por el avisó de esa muchacha.

Hay cosas que jamas se olvidan, sobretodo cuando uno es parte de la historia. Con los años, nos hemos vuelto a ver ese grupo de amigos, y siempre —SIEMPRE— vivirá en nosotros el recuerdo de esa muchacha fantasma; ese ángel que nos fue a despertar, para de ahí quitarnos.

—Grupo SCdJ, La Mesa 1980-1990—



3 comentarios:

  1. Wow en la presa como en el año 1980 dos hermanas, amigas de mi familia murieron ahogadas en la presa..... No sería una de ellas la que les aviso? ... Historia de The Twilight Zone

    ResponderEliminar
  2. MUY BUENA HISTORIA. TODOS TENEMOS UN ANGEL, AUNQUE NO SE VEA O SE CREA

    ResponderEliminar