¿Será cierto que la realidad supera la ficción? ¿qué el verdadero heroísmo es el queda oculto? ¿y qué el silencio habla más que mil palabras?
Glafira; bella, elegante, de piel tersa, suave y bella. Esplendorosa, tal como lo dice el significado de su nombre.
Desafortunadamente en un accidente automobilistico su papá y su mamá murieron, y fue a dar a la casa de unos tíos. Ahí pasó algunos años, en compañía de sus primos que no fue difícil ver como hermanos. Tristemente, sus tíos, como es natural, solo tenían ojos para sus hijos.
Glafira no era envidiosa, ni pedía nada —como cualquier niña— y tan solo se conformaba en querer y jugar con sus primos y primas que sin ningún problema siempre vio con el amor fraternal que solo se da en la infancia. Y sin embargo, por lo bonita y por su hermosa personalidad, los vecinos, los amigos que fueron de sus papás, y los nuevos de los tíos —y por quien por ahí pasara— siempre tenían atenciones para Glafira. Y la colmaban de cariños y regalos.
Los tíos de Glafira, repartían esos regalos para sus verdaderos hijos. —No, Glafira, tu ya has tenido muchos regalos, tus papas eran millonarios y tus primos, ahora tus hermanos, siempre han sido pobres. Vas a tener que aprender a compartir, Glafira. —Así, se dirigían sus tíos cuando ella tenía la tierna edad de 8 años—.
Glafira, no era fijada, y parece, tenía una sabiduría oculta; nunca renegaba.
Pasó algún tiempo, y los papás adoptivos de Glafira, no tenían dinero para mandar a todos —que eran seis— a la escuela, y como ella era «la mayorcita», la dejaron en la casa para que ayudara a su tía, es decir a su mamá adoptiva, en los quehaceres de la casa.
—¡Una nueva cenicienta! —decían y murmuraban los vecinos—.
Y no faltó quien reportara esta situación al «DIF» (desarrollo integral para la familia en México) y lejos se llevaron a Glafira de su adoptiva familia...
La familia cayó en algo así parecido a una maldición; su tío perdió el trabajo, y estuvo vigilado por las autoridades por mucho tiempo; fue visto como una persona mala y tuvo que aprender a laborar en cosas distintas a lo que estaba acostumbrado, fueron días muy duros y muy difíciles de superar para él y toda su familia... Y como gente injusta —mala— está familia fue vista por muchos años.
Mientras tanto: Glafira, recibió nuevas oportunidades, y nuevas miradas, miradas buenas; y quien por una verdadera hija; por ella se preocupara. Al pasar los años Glafira, creció, estudio y en una gran Doctora se convirtió.
Pero aquí no acaba la historia, un día llena de una rara nostalgia —ya grande— dio por buscar a su familia adoptiva, y viendo que una sombra había caído sobre esta; Sin pensarlo y como de impulso divino, ayudo —economicamente— sin voltear atrás y sin ningún problema, a la que había sido su familia adoptiva.
Aquellos vecinos de Rancho Alegre, —Colonia 20 de Noviembre— quienes de esto fueron testigos, tan solo dicen que hay realidades más bonitas y más extraordinarias, de las fantasías que se dan en los cuentos de hadas.
—Glafira ahora vive en el corazón de sus parientes y amigos, perdiendo la lucha contra la leucemia en 1996. «Vecino de Rancho Alegre»—
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