viernes, 26 de septiembre de 2014

Antiguo Secretario Estatal de Educación Pública


—«¿Para qué quieren seguir estudiando si ya están trabajando?»—

Desdén, desinterés, valemadrismo; como le queramos llamar, hay que recordar que el burocratismo no lo es todo en el país, y que hay todavía muchas personas compormetidas en mejorar lo que parece inmejorable; personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales, podemos estar en ese grupo, no seamos como aquellas otras —personas— que según eso, deberían de dar el ejemplo.

Iba de Rosairto para La Mesa de Tijuana en un taxi. El taxista traía el radio en una estación local de noticias, cuando escuché al locutor de aquel noticiero decir que algunos funcionarios estaban divididos; si en hacerle, o un monumento al profesor Canett Meza, o si trasladar sus restos mortales a la torre del ¡Ángel de Independencia en la ciudad de México!

No podía creerlo. ¿cómo? Es que me tocó conocer por azares del destino a tan "distinguido" personaje. Lo primero que pensé fue «tengo que hacer algo para desmitificar a esta persona»; pero en esos mismos instantes caí en la cuenta que; después de todo, la responsabilidad de que yo siguiera estudiando, siendo un menor de edad, era de mi padre, no del profesor Francisco Canett Meza.

Habiendo hecho parte de mi escuela primaria, en Monterrey y otra parte en Tijuana, a mi papá se le hizo buena idea ponerme a mi  y a mi hermano en San Diego, California; en una escuela manejada por monjas franciscanas, donde la cuota familiar era de veinte dolares mensuales, hasta ahí todo iba bien; lo malo fue cuando salimos de la primaria —gramar school— que al pasar, a lo que es su equivalente de secundaria y preparatoria —a High School—, no había una cuota familiar; y las colegiaturas eran extremadamente caras.

No tuvo alternativa mi papá más que de sacarnos de la escuela, y "tratar" de re-inscribirnos en Tijuana; entonces esto parecía imposible, no había tal cosa como revalidación de estudios primarios; pero leyó —mi papá— en el periódico que iba a estar el profesor Francisco Canett Meza en la escuela Cinco de Mayo, en Tijuana; y nos mandó, a mi y a mi hermano de 12 y 14 años para que habláramos con el señor Secretario de Educación Pública.

Inolvidable.

Llegamos como a las diez de la mañana; las personas que nos atendieron en la escuela fueron muy amables. Nos sentaron en unas bancas que estaban afuera de la oficina. Luego nos avisaron que ya podíamos pasar. Saludamos al profesor Canett Meza con ánimo de granjearlo, y luego le dije:

—Tenemos un problema, señor profesor.

—¿De qué se trata muchachos?

—Es que mi papá, nos puso a paritr de sexto en San Diego, y ahora para lo que viene, "high school", ya no puede con las colegiaturas, ¿podría usted ayudarnos para poder seguir en la escuela aquí en Tijuana?

—Sexto, séptimo y octavo... Sexto. Primero y segundo de secundaria, y este que ya llevan perdido, es imposible muchachos. ¿Ahora qué están haciendo?

—Trabajando en una maquila donde nos acomodó mi papá.

—¡Ahhh, desde ahí hubiéramos empezado, muchachos! ¿para qué quieren seguir estudiando si ya están trabajando? Además, ya hablan ingles, ¿qué más quieren? 

Y sin interesarle más, lo que tuviéramos para decirle, con palabras sarcásticas nos apuntó hacia la puerta. Otros adultos que estaban acompañándole, solo nos vieron con simpatía; pero indiferentes.

Indiferencia, o dicho de otra forma «valemadrismo» era —y sigue siendo— el problema de México.

Caí en la cuenta, después de tantos años, al escuchar sus honores; y ahora ver escuelas a su nombre, que tal vez fue muy buen secretario estatal de educación pública; y su indiferencia, era la misma de quién debió haber ido, siendo nosotros menores de edad, a negociar por nuestros estudios con tan honrado personaje.

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