viernes, 1 de julio de 2011
Las Gorditas de la Calle Segunda
Y en ese mar de gente, a un ladito de la catedral de Tijuana; había y tal vez haya todavía, su puesto de gorditas. Creo que queman —si todavía están— azúcar en el comal, para con su olor; a azúcar quemada, llame más la atención; atrayendo así a sus clientes.
Si estás en México o Guatemala, quizás me entiendas; pero no me extrañaría que también las haya en todo centro y sur América; a la mejor vinieron desde España y las haya también en Marruecos, y hasta en las Filipinas, las fabulosas gorditas —y las conozcan con otro nombre—.
Pero, para que me voy tan lejos, si en un millón de casas —aquí en México— hay, en este momento: una ama de casa, una mamá de diez, o una de dos, o simplemente, para ella y para su esposo, haciendo gorditas.
Y volviendo aquel puesto a ladito de catedral, no aguantaba la tentación y las compraba, para tenerlas listas para la cena o el desayuno.
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