Era septiembre de 1968, México estaba listo para iniciar sus olimpiadas; pero algo pasaba en Tijuana...
Aparte del narcotráfico, y sus escandalos de siempre.
Parathion, un insecticida, era fuente de contaminación de una gran cantidad de azúcar en una bodega del gobierno, matando a 17 niños, y enfermando gravemente a otras 600 personas.
Casualmente —ese mismo año— ese mismo insecticida, causaba la misma muerte para otras 77 personas, envenenadas fatalmente en Chiquinquirá, Colombia. Caso parecido al de Tijuana; pero allí se trataba de pan hecho con harina —igualmente— contaminada por parathion.
La pregunta era entonces —y sigue siendo para algunos—: ¿Quién le estaba vendiendo productos contaminados con parathion a América Latina? —«Who?»—.
Nadie supó. O dicho de otra forma: «Nobody knew».
—Louise F. Bilebof—
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