Corríamos todas las tardes, mi amigo y yo por toda la carretera que sube al aeropuerto. Se oscurecía temprano, pues ya estábamos en noviembre, del año… Creo que era 1994. Y, creo que fue uno de esos días de noviembre; que nos fuimos a tomar unos refrescos, al puesto del camino antes de entrar a la colonia Aeropuerto; después de tal vez, unas dos horas de entrenamiento.
— ¡Ay! Está cantando la lechuza! —Dijo muy molesta la señora del estanquillo donde nos tomábamos las sodas. —Por favor, terminenselas de tomar más allá; ¡allá fuera! —Continuó y cerró el ventanal muy enojada.
Y nos fuimos a tomar la soda a unos cuantos metros del estanquillo, por el camino de tierra por el cual nos metimos para romper la rutina.
La lechuza estaba exactamente a nuestra vista, mientras oscurecía y mientras cantaba parada en el cable de electricidad del poste, mientras nos sentamos en otro que tal vez los empleados del gobierno habían dejado olvidado; fue entonces que un paseante nos dijo:
—No ¿tienen miedo muchachos?
— ¿Porqué debemos de tenerlo, qué aquí espantan o qué? —Le contestamos medio burlones, con un poco de cinismo.
— Es que ahí donde están sentados, en ese poste caído, cayó don Panchito muerto, con los ojos como de búho, y con su cara marcada por sus últimos gritos de espanto...
«Esa lechuza lleva rato que se ha puesto ahí, muchachos, en el cableado; por un tiempo le dio por perseguir a don Panchito... Ésta ave aparentemente inofensiva a veces lo atacaba volando, lo seguía al pobre de don Panchito que le gustaba el chupe, el pisto o como le digan ahora.
»Don Panchito que cada noche pasaba por esta calle, ya venía listo con piedras por si veía al animal, pues creía que le quería sacar los ojos; las neuronas, o algo así.
»La cosa se repetía estuviera don Panchito borracho o no, y la lechuza se le dejaba ir encima, como si lo odiara...
»El caso es que una noche de esas, él ya estaba harto, y adelantándose al ataque, con una resortera le asestó una pedrada en la cabeza a la lechuza y la tumbó, cayó retorciéndose sobre una banqueta... El pobre de don Panchito se acercó poco a poco, pero como ahora, no había mucha luz en esta parte de la calle y al llegar a recoger al ave, ésta ya no estaba... No estabaaa!!, él se llenó de miedo, por que en su lugar se encontraba una horrible mujer, al parecer muerta. ¡ERA UNA BRUJA! —decía el pobre de don Panchito gritando—, y corría de un lugar a otro.
»¡UNA BRUJA! ¡UNA BRUJA! !UNA BRUUUJAAA! Se oían los gritos del pobre de don Panchito; gritos que llegaban hasta el aeropuerto.
»Cuando salimos todos los vecinos encontramos a don Panchito muerto, aquí; con la mismísima cara de esa lechuza, la que está en el cableado.
Y, mientras oíamos al paseante, éste quién sabe qué señal le mandó; que la lechuza se nos dejó venir encima como si nos quería arrancar los sesos, corrimos y no paramos hasta que nos subimos a un camión. No traíamos dinero, pero el chófer, quién sabe qué cara nos vio, no preguntó más y nos dejó subir...
20 años después, volví a trotar por ese camino; de la lechuza no sé, pero ahí sigue aquel puesto y aquel poste caído.
Sempre que paso por algun lugar y que escucho el aleteo o graznido de un tecolote o lechuza mejor acelero el paso y me alejo de inmediato, me acuerdo de don Panchito... que caso mas raro! Saludos.
ResponderEliminarH.B.